jueves, 27 de febrero de 2014

Copla a Paisajes


Puso jazmines del cabo
la noche en su cabellera.
Jugaba la brisa azul
con la luna pordiosera.

 
Cundeamores de la tarde,
sobre la choza caída…
Lirios que ya no florecen,
bledos, albahacas, ortigas…

 
La noche del heliotropo
sube por una cascada:
arriba, la luna nueva;
abajo, la flor cuajada.

 
La caracucha del campo
flor del tiempo y la distancia,
con su lila transparencia
y su pálida fragancia.

 
De caracuchas del campo
trajo la muchacha un ramo.
Sobre la tumba del novio
Están sus ojos llorando.

 

Cuando te fuiste de aquí
sembré un hijo de clavel.
Han abierto sus macetas
y tú no piensas volver.

 
Cuando te fuiste de aquí
sembré un hijo de clavel.
Han abierto sus macetas
y tú no piensas volver.

 
Murió el poeta del pueblo.
Sobre su tumba nació
una flor de “no me olvides”…
todo mundo lo olvidó.

 
Con su pañuelito blanco
Me dio un ramo de albahaca.
Murió su amor pasajero,
Pero viva está la mata.

 
Como una flor de alelí
tu boca de azúcar besa.
Se despedaza el besito,
rojo como una cereza.

 
Cuando huelo la albahaca
me acuerdo de aquel ranchito.
Hoy no hay flor, no hay cundeamores,
Sólo cercos infinitos.


Cuando huelo la albahaca
miro campos que un día fueron
verdor y dicha de tantos
Que hace tiempo se murieron


Una rosa en el rosal,
una brasa en el fogón
un beso en la rama verde,
donde despunta el botón.

Una rosa en el rosal
y un amor en el olvido.
Un cariño que se fue
y un pétalo desprendido.


Una rosa en el rosal,
un estandarte en la aurora,
un día que ha de venir
aparejando las horas.

Una rosa azul que vi
desbaratarse en rocío,
los pétalos de la noche
iban cayendo en el río.

 
Una rosa que me diste
y que en el tiesto murió,
y que después se hizo polvo,
y el polvo rosales dio.


Una rosa en la ventana
que suele decirte adiós,
con su pañuelo de sangre
que en la espina se rasgó.


Un jardincillo de rosas
una vieja cultivó.
Se fue la misma a la tierra,
el tiempo al rosal batió.


Una rosa que le di,
que nunca me devolvió…
Fue creciendo en su locura…
Dicen que de amor murió.



Qué sabia la rama verde,
Que puede cuajar la rosa:
Sobre la brasa encendida
Se prende una mariposa


Se desenvuelve la rosa
suave como una mujer
El capullo, en la mañana,
la niebla deja entrever.

Se desnuda en pleno día,
nada tiene que temer.
Posee el lánguido perfume
Silvestre de una mujer;


Si en tu pecho de reseda
busca refugio el rocío,
sálvalo, “rosa de Francia”,
de su pálido extravío


Un manejo de claveles
rojos chillan en tu pelo;
como una llama encendida
sobre los carbones negros.

Tiene la patria una flor
blanca como una paloma.
En la noche del rocío
el himno, la niebla entona.

La “semanasanta” aquella
que en el calabazo había…
que bajo el cielo de marzo,
al tú venir, florecía…

 
Manejos de “buenas tardes”
cúmulos de chavelitas;
sonríe la mañana clara;
la mariposa visita.


La “veraneras” del pueblo
han cubierto los tejados.
Se ha declarado un incendio.
la noche quiere apagarlo.