viernes, 19 de diciembre de 2014

Cuento: LA LUZ ANARANJADA (20 diciembre 1989)

 

Basado en el testimonio de una mujer del barrio de El Chorrillo- Ciudad de Panamá.

Tomado del libro NOCHEBUENA MALA (1995), editado por la Fundación Omar Torrijos.

Estaba muerta… ¡Dios mío!...es la muerte. Levitaba sobre una espesa veladura rojiza, anaranjada, muy brillante, vaporosa y aterradoramente calurosa. Navegaba así, en el cuarto. No había ventanas, ni mesas, ni  sillas, en fin,  ningún chérchere a mi alrededor. ¿Acaso era mi casa?.  No.
Yo estaba muerta….Así es la muerte. ¿Mis brazos? Si, llevé las manos a mi cabeza. Los cabellos se me habían convertido en finos y retorcidos alambres de cobre, rojos, electrizantes y derretidos. Claro, es la muerte, estoy absolutamente convencida de ello.
¿Mi reloj?. Son  las doce y treinta y dos minutos de la noche. ¿De la noche o de la madrugada?. No sé. Creo  que hoy es martes, 19 de diciembre, me parece, ¿o era miércoles?
Esta mañana, o ayer en la mañana, preparaba los tamales de la nochebuena.
¿En dónde estoy ahora? ¡Santa Bárbara bendita ¡
A nadie oigo y nadie me escucha. Allí…allá veo una chispa azul.¿Será el negro Rambau, con su acetileno, que suelda el borde de la ventana del vecino?. ¿Pero, a esta hora?.
¡Qué va!. No hay nadie. El mundo se acabó…se acabó.
Estoy perfectamente muerta.
Solo veo arriba y debajo de mí, lo rojo naranja y allá lejos, el rayo azul.. Siento que en un segundo la cara se me ha vuelto una huesada, monda y blanca .calavera… ¡Ay!...Yo que el año pasado fui la reina del carnaval, iba en la comparsa de “Los Campesinos”. Me suena en la memoria todavía el tun..tun..tun..tra…tarrata tá…tun..tun…tarrata..tá… de los tambores. Sudaba sangre, del son y del amor…”Qué buenas tú estás, negra”- me piropeaban los muchachos del patio. Tun…tun…tun..
Claro, ¿tú ves? . Como a las 12 y 30; no era el 19  sino el 20 de diciembre, sonó el tarratatá..¡Dios mío!. Horrorísimos   tambores me alzaron sobre una luz anaranjada, donde sigo levitando, como una pluma rota de paloma, negra, consumida.
¡Estoy supremamente muerta!...Pero lo que  más me mata es esa terrible luz anaranjada.