EL CUENTO DE LO QUE LE PASÓ A LA ROSA BLANCA
Tomado
de las Tonadas y los Cuentos de la Cigarra. Changmarín -1975
Cuenta la cigarra
que un día doña rosa
abrió su falda blanca,
con la abeja
mandó a limpiar
la casa;
a tío sapo
ordenó la vigilancia
de cien peones lombrices
en la labranza,
y así tuvo visitas
de una rosa de Francia,
de doña Tornasol,
y de doña Fragancia.
En aquel ocio,
del cundiamor vecino
hicieron chanzas,
de su pobre origen
se burlaban:
-Presume ser igual a nosotras…
-De rama en rama.
-Pobre infeliz sin gracia!
-Sin perfume.
-Sin plata.
-Lo echaremos de aquí.
-No vale nada.
Y así
las rosas
aristocráticas
la vida flor
en el jardín pasaban
Refugios del rocío,
del sol mimadas,
y hasta de la luna misma enamoradas.
Pero una cierta noche
se oyeron las pisadas
de negros ejércitos
-me contó la cigarra.
De no sé qué países
venían las brigadas.
Sus trompetas mudas
el fuego en sus dagas.
Y ¡ay… los alaridos
y las carcajadas!
Por gusto las rosas
al cielo clamaban.
Porque no había luna
ni rocíos, ni nada.
De una rosa púrpura
la sangre chorreaba.
De doña Tornasol
las venas degolladas.
De la rosa de Francia
ni una hoja en la mata.
Solo al día siguiente:
huesudas, negras ramas,
y un camino de susto…
la terrible matanza.
El sol, al ver tanta sangre
se tapó la cara.
Esto y otros horrores
me contó la cigarra.
Pero aquel cundiamor
siguió su marcha,
con sus flores de estrellas
rojas, jamás violadas;
tocando el mismo cielo,
de rama en rama,
y más alto en gracia
que la muerta rosa blanca.