jueves, 23 de julio de 2020

A las flores



Yo escribí versos de amores

de historia y de geografía,

de lucha y filosofía

de alegrías y sinsabores.

Ahora canto a las flores

más sencillas del lugar,

las que vemos al pasar

aquella casita blanca,

la que brotó  en la barranca,

o en la estaca del solar.



La caracucha rosada

que habría por el camino,

por dónde mi abuela vino

con sus manos perfumadas.

La chavelita morada

que hacía juego al cundiamor,

el fragante aromo en flor

junto al cafeto florido,

y un jazminero perdido,

de tanto gusto y olor.

Había flores de piñuela

de cabuyas y de piro,

entre matas de suspiros

y rosas como candelas.

Los claveles de canela,

rosados, blancos y rojos,

el heliotropo en matojo,

el monte de belladama,

y la verde y fina grama

para el gusto de los ojos.


En las noches oscuritas

ya pasado el aguacero

relumbraban los luceros,

y abajo las margaritas.

Y ya por la mañanita,

con el pájaro sonoro,

florecería el botón de oro

cerca del maduro maguay,

y el girasol como un rey

abría todo su tesoro.