martes, 3 de agosto de 2010

Ecoliteratura Obra de Changmarín

Changmarín, una visión de Modesto Tuñón

Cuando conocí a Carlos Francisco ‘Chico’ Changmarín, ya le precedía su fama de escritor, músico, pintor y político. Ya había enfrentado al sistema y su discurso, incendiado las conciencias revolucionarias. También supo aguantar los rigores de la cárcel por sus ideas y recién regresaba del destierro en Chile. Nunca lo había visto, pero conocía ciertos trabajos suyos, los cuentos de Faragual, décimas y sus poesías, llenas de esa visión de la naturaleza, expresión de unos orígenes y convicción sobre el anhelo de un sector campesino y humilde de procurar mejores días y cambiar la realidad.
Veraguas, su provincia, tenía el más alto índice de analfabetismo y la lucha de clases entre terratenientes y populacho era desigual. Los primeros controlaban el sistema de justicia para adecuar los procesos a sus intereses. Este era el escenario de los textos, poemas y artículos periodísticos que su pluma plasmaba como concreción de su pensamiento.
Pero la creatividad de Changmarín no se quedaba en estos entuertos políticos, de la lucha de clases en la ruralidad panameña. Su formación de maestro le daba una sensibilidad particular, que le impulsaba a leer, estudiar y tomar noción de las letras en otras dimensiones; Neruda, Mistral, Hernández, García Lorca, Vallejo, Guillén o Martí, por mencionar algunos, modelaban su estilo que se consolidaba, incluso entre rejas.
En este sentido, sus primeros versos de Socabón, Punto e’ llanto y Poemas corporales llevan una visión universal, aunque el referente sea una realidad muy específica;

‘Aquí empieza mi canto, son de pueblo
llanto y dolor del nervio malherido.
Aquí ladra mi ser, de aquí despierto,
chispa de sol terrestre dando tumbos,
mordiendo la rajada geografía.’

En sus décimas, hay un espléndido lenguaje campesino y los contrastes de colores de la tierra, el bosque o el cielo, son más que un escenario, elementos de articulación de las imágenes;

‘Campo de verdes colinas
y ‘cabimos’ señoriales,
de potreros y arrozales
y quebradas cristalinas’.

Por lo general, fue este género el que le permitió llegar a los sectores más amplios del pueblo y sus ritmos y creaciones dieron sentido a un repertorio de protagonistas populares contra las fuerzas extranjeras.
Pero también construyó personajes propios de la leyenda y fábula local, como tío Tigre, tío Conejo o el tío Caimán. Este último, símbolo de las ideas contra la presencia militar estadounidense en el país.

Hace unos días, la familia del escritor hizo la presentación de la Fundación Changmarín, institución que sistematizará la obra, el legado cultural e intelectual de este poeta, que a sus 88 años produce y se expresa sobre la realidad nacional de hoy y consigna las tradiciones en su verso;

‘La caracucha rosada
que había por aquel camino,
por donde mi abuela vino
con sus manos perfumadas’.

La fundación, coordinada por los hijos, nietos del escritor y amigos de la familia, dará sentido a la necesidad de divulgar los trabajos en cada una de sus dimensiones y promoverá el estudio de su obra.

Uno de los temas de las posibles investigaciones sería, por ejemplo, el rescate de la figura de Victoriano Lorenzo en su faceta de estratega militar y que en sus cuentos y novelas, así como literatura infantil, ha dejado plasmada Changmarín. ‘Cuentan que en la laguna de San Carlos, Victoriano y sus compañeros pescaron un enorme pez; del pescado sacaron una bola transparente, la cual alumbraba como cien focos de luz…’.

Otro, podría ser su inclinación hacia la literatura infantil y el conjunto de trabajos que caracterizan su estilo narrativo tanto en cuentos, décimas y poesías cuyo objetivo es describir con los niños la belleza del mundo, su colorido y sus contradicciones:

‘Se casaba el cocuyo con la sombra,
iba ella vestida de luciérnaga’.

De igual manera, la forma como integró a su literatura los referentes relacionados con las luchas nacionalistas panameñas, que plasmó en las décimas, novelas y cuentos en las diferentes etapas que este proceso afectó a los panameños y marcó la realidad durante el siglo XX. Otro foco de indagación requeriría rastrear toda la obra periodística en diferentes medios de comunicación.

Changmarín es testigo de una época que supo vivir con toda intensidad y que no menguó su arte, que él sustenta y explica como: ‘El ejercicio de escribir, el hacer el arte, da gusto, como el placer que goza el ave en su vuelo celeste de los aires. Pero el autor casi no se da cuenta de ello, pues cuando crea está dentro del vuelo del encantamiento’.