viernes, 28 de febrero de 2020

El Gallo de las Horas - Changmarin


El GALLO DE LAS HORAS


Cárcel de Chitré, febrero 14 de 1969


El gallo liaba el sesgo de las horas
en las mariposas de sus alas.
Y espiaba cada rumbo en las estrellas
para clamar la fuga con su llama.
Sólo el rocío de las ciruelas,
y la araña que tejía su propia niebla,
en los silencios del árbol deambulaban.

Se casaba el cocuyo con la sombra;
Iba ella vestida de luciérnaga.
El cafetal abrió sus ramas de azahares,
el grillo y la cigarra, sus poemas.
Únicamente el gallo sabía rajar el tiempo
Con picotazos de fuegos de bengala,
Sin que nadie supiera su arte mágico
que heredó de viejos gallos,
y de lunas muy antiguas
y del viento.

En su calabazo de misterio
y las ramas de susto;
de pronto la almendra desprendida,
y el murciélago que chupa las guanábanas;
con el oleaje de las palmas
el gallo de papel
daba la hora de los sueños.

Su trompeta

abría los ecos de otros árboles,
de casa en casa
y huerta en huerta…
como una melancolía de los siglos
repitiéndose,
de queja en queja, de la noche.
El reguero de gallos diluidos
uno a uno, en las distancias.

Luego la espesa copa del caoba
y del cedro, las fábricas de sombras,
y el tamarindo donde la luna en mengua,
hipócrita ocultaba su embarazo,
y el llano,
y los caminos,
y el silencio.

A las cuatro y media despertará la gente
Cogiendo la madrugada en los sombreros.
A las cinco,
ya el pan viene en la brisa,
y el amor de las brasas el café
sabe de la marmita hasta la sala.

Dos y tres campanas
tiemblan en la calle.
   Y sólo el gallo
   Conoce los minutos de las cosas,
  y sabe por qué se canta a cada hora
  y tras degollada a la mañana
  toda sangrante y rota con su pico,
 llena de plumas de rubí y de limones
 y puntas de diamantes y de espuelas.