a donde vaya tu acento,
la saloma y el lamento,
y tu llanto de acordeón.
Consolarán mi pasión
marchitadas alegrías...
De cuando pertenecías
a mis manos laboriosas.
¡Adiós, rosales y rosas,
adiós, adiós tierra mía!
la saloma y el lamento,
y tu llanto de acordeón.
Consolarán mi pasión
marchitadas alegrías...
De cuando pertenecías
a mis manos laboriosas.
¡Adiós, rosales y rosas,
adiós, adiós tierra mía!
Ya me voy, caballo ay “ombe”,
mírame trepar la loma.
Ya me voy, triste paloma,
por qué tu voz no responde.
Dime tórtola, por dónde,
puedo encontrar un sendero,
para cubrir mi sombrero
de floridas esperanzas.
Adiós, verdes lontananzas.
Adiós, palito de uvero.
por qué tu voz no responde.
Dime tórtola, por dónde,
puedo encontrar un sendero,
para cubrir mi sombrero
de floridas esperanzas.
Adiós, verdes lontananzas.
Adiós, palito de uvero.
Yo sembré un cañaveral,
que florecía plumas blancas,
y tapicé las barrancas
de frondoso platanal.
Qué fragante el naranjal
bajo las noches de Enero.
Y la luna en el estero,
completando la canción...
Adiós, verde corazón,
No me voy, por que yo quiero.
Sólo mi pecho, conmigo,
y las cutarras al viento,
sintió los golpes violentos,
que me daba el enemigo.
Y si hoy el destierro sigo
es para volver un día.
Adiós, azul serranía...
adiós, rancho lastimero.
No me voy, porque yo quiero,
si no, porque no quería.
Changmarín
Socabón, 1959.