NO QUEMES EL MONTE, TU
No quemes el monte, tú
porque se quema tu vida,
y la tierra brama herida
al quemarse el corotú.
Llorará la titibú
cuando regrese a su nido,
y lo vea todo encendido
en la rama del macano;
no quemes la tierra, hermano
donde tu gente ha nacido.
La llama ataca voraz,
con su fuego vagabundo
y se asfixia el micromundo
que hace la tierra feraz.
No tendrá nunca jamás
la misma suave blandura,
ni tampoco la frescura,
para hacerla producir
se ve la tierra morir;
se ve gemir su hermosura.
El fuego seco y maldito
en su juego criminal,
va tostando el chaparral
que muere en sangriento grito.
No queda ni un pajarito,
ni tampoco , una mariposa;
y hasta la quebrada umbrosa
con la quema se evapora,
y así en unas cuantas horas
se esfuman todas las cosas.
Se logra un fruto aparente
cuando se quema la roza;
con el fuego se destroza
la sangre de la simiente.
no es un signo inteligente
esta vieja tradición.
Hay que buscar solución
sin la quema destructora,
y así la tierra rectora
siempre tendrá producción.