A la casa vino un día,
La muerte a buscarme a mí
Le abrí ía puerta y salí,
y le dije: buenos días.
Entre, querida señora,
tome el asiento y empiece,
dígame qué se le ofrece,
si es que no tiene demora.
Yo he venido aquí, a estas horas
respondió la “relamía”,
y de la falda vacía
fue sacando un documento,
la muerte, con su elemento,
A la casa vino un día.
Vengo a buscarlo señor,
me dijo la penitente.
Le crujían todos los dientes,
y aquello me daba horror.
Ay, Señora, por favor,
bórreme pronto de allí.
Tortilla y café le di,
para ganarle confianza.
Vino llena de esperanza
La muerte a buscarme a mí.
Yo me puse a lamentar
la terrible desventura,
la vida pobre y oscura,
la miseria del solar.
No hay tierra pa’ trabajar.
No crece arroz ni maíz.
Tenga compasión de mí,
Señora Muerte y no insista.
Bórreme usted de esa lista,
Le abrí la puerta y salí.
Se puso triste la muerte
de oir mi lamentación,
se le achicó el corazón
de saber mi negra suerte.
Será mejor complacerte,
dijo su voz que gemía
Yo miré cómo sufría,
y al no poderse aguantar,
ella se puso a llorar,
Y le dije: buenos días.
Changmarín- Libro Socabón 1959.